viernes, 17 de mayo de 2013

EDUCAR LA AUTOESTIMA


Queridas familias:
El Equipo Directivo y el Área de Orientación les recomienda la lectura de este nuevo artículo de la Lic. Maritchu Seitún, para reflexionar sobre un tema muy importante, que es "la autoestima", el amor por uno mismo, base de las relaciones sanas con los demás.
"Muchas veces nos encontramos haciendo subjetivas y no siempre muy realistas declaraciones: "No es porque sea mío, ¿pero viste qué lindo, inteligente, rápido, maduro? que es mi hijo?" Pero no es fácil que esa idea perdure en nosotros. A medida que crecen nos vamos desilusionando, enojando, frustrando en algunos temas y seguimos encantados en otros. Y además, ¿alcanzaría con eso para que los chicos tengan una adecuada autoestima?
La imagen de sí mismo del bebe se va construyendo en la relación con sus padres y será positiva en la medida que se sienta bien recibido, aceptado, reconocido, entendido, atendido, aunque no es necesario que estas experiencias sean las únicas que tenga.
Como dice Donald Winnicott cuando habla de "padres suficientemente buenos", basta con que la mirada positiva predomine en la relación con el hijo.
En un desarrollo sano, el chiquito crece y se va diferenciando de sus padres y va pudiendo estar contento consigo mismo a pesar de que los padres por momentos no lo estén (sacar un postrecito de la heladera es mucho más interesante que hacerle caso a mamá; lo mismo ocurre con embarrarse o pegarle al hermanito, o no ir a la mesa cuando lo llaman). Estas ideas propiasempiezan al acercarse a los 2 años, y de golpe se nos acaba el enamoramiento. De todos modos, si nuestro chiquito es emocionalmente fuerte, o si no hacemos excesiva fuerza en contra, logra no renunciar a su verdadera identidad y no lo asusta perder de a ratos la mirada enamorada de sus padres.
Pero puede ocurrir que un niño muy sensible necesite esa mirada positiva de sus padres y del mundo que lo rodea, y entonces no logre alcanzar una adecuada separación-individuación y permanezca por demás atento a lo que ese otro (valorado por él) dice de él, y en ese caso es muy difícil que su autoestima sea alta porque sabe que responde, actúa, se comporta como se espera de él, y también sabe (más o menos conscientemente, según el caso) que adentro de él hay otra parte de su identidad sin desarrollar, negada, reprimida, rechazada por él mismo por miedo a perder el amor o el reconocimiento de personas significativas para él.
Es probable que al crecer viva comparándose, midiéndose con otros, incluso se muestre resentido a veces: "¿Por qué le compraste un helado a mi hermana y a mí no?", "Siempre me retás a mí" o "Vos la preferís a mi hermana porque?", "Si a mí me retás cuando te contesto mal, ¿por qué no lo retás a él?", o "Le compraste?", o "Lo llevaste?", atento a buscar pruebas de lo que teme: que mamá prefiera a ese hermano o hermana, lo que a su vez irrita a mamá y se agrava (o confirma) su temor. Son chicos justicieros que se comparan y compiten todo el tiempo porque dudan de su valor.
¿Qué fue lo que falló? El buen proceso de pasar de una autoestima basada en la mirada de los padres a otra apoyada en la propia imagen de sí mismo.
Ayuda disminuir los juicios y las críticas en casa. Es cuestión de estar atentos a decir las cosas de otra forma, porque casi todo se puede decir sin juzgar o criticar.
Basta seguir la simple regla de Dorothy Corkille Briggs en El niño feliz , que dice que no pongamos adjetivos a nuestros hijos ( torpe inútil genio prolijo divina , etcétera, aunque sean positivos también son juicios), sino que hablemos de sus acciones: "Bajá con cuidado", "¡Qué rápido hacés las cuentas!, "¡Qué prolijo quedó tu escritorio".
De esa forma,hablamos de sus actos (sólo una parte) y no de sus personas enteras, y seguimos educándolos para que se conviertan en personas responsables mientras permitimos el despliegue de su identidad, sin comprometer la imagen de sí mismos o autoestima..."