Queridas familias:
El Equipo Directivo y el Área de Orientación les recomienda la lectura de este nuevo artículo de la Lic. Maritchu Seitún, para reflexionar sobre un tema muy importante,
que es "la autoestima", el amor por uno mismo, base de las
relaciones sanas con los demás.
"Muchas veces nos encontramos haciendo subjetivas y no siempre muy realistas
declaraciones: "No es porque sea mío, ¿pero viste qué lindo, inteligente,
rápido, maduro? que es mi hijo?" Pero no es fácil que esa idea perdure en
nosotros. A medida que crecen nos vamos desilusionando, enojando, frustrando en
algunos temas y seguimos encantados en otros. Y además, ¿alcanzaría con eso
para que los chicos tengan una adecuada autoestima?
La imagen de sí mismo del bebe se va construyendo en la relación con sus
padres y será positiva en la medida que se sienta bien recibido, aceptado,
reconocido, entendido, atendido, aunque no es necesario que estas experiencias
sean las únicas que tenga.
Como dice Donald Winnicott cuando habla de "padres suficientemente
buenos", basta con que la mirada positiva predomine en la relación con el
hijo.
En un desarrollo sano, el chiquito crece y se va diferenciando de sus
padres y va pudiendo estar contento consigo mismo a pesar de que los padres por
momentos no lo estén (sacar un postrecito de la heladera es mucho más
interesante que hacerle caso a mamá; lo mismo ocurre con embarrarse o pegarle
al hermanito, o no ir a la mesa cuando lo llaman). Estas ideas propiasempiezan
al acercarse a los 2 años, y de golpe se nos acaba el enamoramiento. De todos
modos, si nuestro chiquito es emocionalmente fuerte, o si no hacemos excesiva
fuerza en contra, logra no renunciar a su verdadera identidad y no lo asusta
perder de a ratos la mirada enamorada de sus padres.
Pero puede ocurrir que un niño muy sensible necesite esa mirada positiva de
sus padres y del mundo que lo rodea, y entonces no logre alcanzar una adecuada
separación-individuación y permanezca por demás atento a lo que ese otro
(valorado por él) dice de él, y en ese caso es muy difícil que su autoestima
sea alta porque sabe que responde, actúa, se comporta como se espera de él, y
también sabe (más o menos conscientemente, según el caso) que adentro de él hay
otra parte de su identidad sin desarrollar, negada, reprimida, rechazada por él
mismo por miedo a perder el amor o el reconocimiento de personas significativas
para él.
Es probable que al crecer viva comparándose, midiéndose con otros, incluso
se muestre resentido a veces: "¿Por qué le compraste un helado a mi
hermana y a mí no?", "Siempre me retás a mí" o "Vos la
preferís a mi hermana porque?", "Si a mí me retás cuando te contesto
mal, ¿por qué no lo retás a él?", o "Le compraste?", o "Lo
llevaste?", atento a buscar pruebas de lo que teme: que mamá prefiera a
ese hermano o hermana, lo que a su vez irrita a mamá y se agrava (o confirma)
su temor. Son chicos justicieros que se comparan y compiten todo el tiempo
porque dudan de su valor.
¿Qué fue lo que falló? El buen proceso de pasar de una autoestima basada en
la mirada de los padres a otra apoyada en la propia imagen de sí mismo.
Ayuda disminuir los juicios y las críticas en casa. Es cuestión de estar
atentos a decir las cosas de otra forma, porque casi todo se puede decir sin
juzgar o criticar.
Basta seguir la simple regla de Dorothy Corkille Briggs en El niño
feliz , que dice que no pongamos adjetivos a nuestros hijos ( torpe , inútil o genio , prolijo , divina ,
etcétera, aunque sean positivos también son juicios), sino que hablemos de sus
acciones: "Bajá con cuidado", "¡Qué rápido hacés las cuentas!,
"¡Qué prolijo quedó tu escritorio".
De esa forma,hablamos de sus actos (sólo una parte) y
no de sus personas enteras, y seguimos educándolos para que se conviertan en personas
responsables mientras permitimos el despliegue de su identidad, sin comprometer
la imagen de sí mismos o autoestima..."